2 DE ABRIL: DIA DEL VETERANO Y DE LOS CAIDOS EN LA GUERRA DE LAS MALVINAS

El 2 de abril de 1982 el gobierno de facto argentino dispuso el desembarco militar en las islas Malvinas y de esta manera dió inicio la guerra con Gran Bretaña. El conflicto, que finalizó el 14 de junio del mismo año, dejó un saldo de 650 combatientes nacionales y 255 soldados ingleses muertos. También hubo civiles entre las víctimas, tres mujeres isleñas fueron abatidas.

En la guerra de Malvinas participaron por el lado argentino más de 23 mil combatientes, según datos oficiales. De este total, 10.300 pertenecían al Ejército, 10.600 a la Armada, 2.300 a la Fuerza Aérea y unos 200 entre Gendarmería y Prefectura.

Incapaces de olvidar el horror vivido, más de 450 ex soldados argentinos y otros 300 británicos se han suicidado desde entonces.

Recordando los hechos

Habían pasado 149 años de administración británica. Demasiados, debió pensar un Galtieri ebrio de ambición (y de algo más, según testigos). Invasión para unos; recuperación para otros, aquel 2 de abril de 1982 las fuerzas militares argentinas ocuparon Malvinas o Falklands.

Con el desembarco, Port Stanley, capital de las islas, es rebautizado como Puerto Argentino. De los soldados argentinos que formaban parte de la operación, sólo se contabiliza una baja en la toma: la del capitán Pedro Giacchino.

El pueblo argentino se vuelca a las calles con la llegada de los suyos a las islas. Una multitud se reúne en Plaza de Mayo para mostrar su apoyo al Gobierno y a los soldados. Según sondeos, el 90% de los ciudadanos estaba a favor de la intervención militar.

«Que vengan, les presentaremos batalla», gritaba Galtieri ante una plaza eufórica. Palabras que azuzaba el general Menéndez (asumió el cargo de gobernador de las islas): «Que venga el principito».

La respuesta de Londres no se hizo esperar. El 5 de abril dos buques de guerra, el HMS Invincible (con el príncipe Andrés a bordo) y el HMS Hermes, zarpaban de Portsmouth con dirección a Malvinas. La contienda provocó la dimisión del ministro de Exteriores británico Lord Carrington. En su lugar asumiría Francis Pym.

Frío, hambre, sed y miedo. Mucho miedo. En trincheras, cuevas o el más oscuro de los agujeros, los soldados argentinos sufrieron la falta de experiencia —la mayoría eran jóvenes que hacían el servicio militar obligatorio —, las pésimas condiciones climáticas — hasta los fusiles se congelaban — y las ‘reliquias’ que utilizaban como armamento. No hubo clemencia británica.

La fuerza naval británica tardó seis semanas en desembarcar. Durante ese tiempo, las proclamas y mensajes en Argentina prometían normalidad en el día a día.

Mientras los soldados luchaban en las colinas, el pueblo argentino se solidarizaba con ellos. Colectas de alimentos, ropa… Incluso se realizó un programa especial para realizar donaciones de piezas de oro. El objetivo: recaudar fondos para reforzar el armamento y proteger a los soldados. Nunca les llegó.

¿Qué ocurrió con el oro recaudado? Se fundió dando lugar a 73 lingotes que fueron a parar a la Casa de Moneda. Tras varias subastas, el dinero obtenido se depositó en el Fondo Patriótico. La mayor parte de la ropa — tejida mucha por voluntarias — y la comida fueron a parar a la basura o fueron vendidas de manera espúrea.

Ocupó portadas el crucero argentino ARA General Belgrano hundido por un submarino nuclear inglés que fuera uno de los pocos sobrevivientes del ataque japonés a Pearl Harbor. El HMS Conqueror, el responsable de su desaparición, utilizó torpedos de la II Guerra Mundial. En el Belgrano murieron 323 hombres y sobrevivieron 770. Este fue el primer barco hundido por un submarino de este tipo durante una guerra.

No era ningún secreto que la situación económica argentina no era favorable. Aún así, se entró en un conflicto bélico que provocó pérdidas materiales superiores a los 1.630 millones de dólares, según informes de la fiscalía de la Cámara Federal.

Pero Galtieri nunca pensó en el dinero, tenía otro objetivo en mente: Chile. «Las Malvinas sólo son el primer paso», dijo en clara alusión al país cuando anunció la invasión de las islas.

No fue hasta 1999 cuando el ex comandante de la Fuerza Aérea de Chile, Fernando Matthei, confirmó que su país pasó información sobre movimientos de tropas y despegues de aviones a los británicos. «Los apoyamos con monitoreo permanente, radares y escuchas con dispositivos electrónicos», confesó Matthei. También lo confirmó Thatcher, años después.

Como legado, quedaron unas 18.000 minas bajo el suelo de las islas. Aún hoy un gran número de artefactos se encuentra en la zona, incluyendo bombas M67 de 90 milímetros antitanque, misiles de aire a la superficie, granadas de mano…

El 14 de junio de 1982, a las 23.15 horas, Margaret Thatcher comparecía ante la Cámara de los Comunes para informar el fin de la guerra — unos días después de la visita del Papa a Buenos Aires —. Reino Unido apabullaba al mundo y Argentina sufría las consecuencias.

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